Podría empezar hablando de Alejandro Palomas contando su biografía, tal y como se acostumbra, pero por muchos datos que diese sobre él, no conseguiría con ello mostraros lo más importante, lo que le hace ser un autor tan especial, diferente, un autor que una vez que lo conoces ya no puedes dejar de leer cada cosa que él escriba. Me refiero a su corazón.
Lo conocí por su anterior novela Una madre, que en su día me recomendó el librero muy acertadamente.
Vino a Alcalá a presentarla y no pude ir, por fin me firmó mi ejemplar en la noche de los libros, donde en la Librería de Javier van varios autores a charlar con los lectores y firmar sus obra.
Esta vez, cuando vi que había publicado Un hijo, no dudé ni un momento en hacerme con él y reservar mi plaza en la tertulia que la librería había organizado con el autor.
Con el caos que tengo ahora mismo no había tenido tiempo de leerlo pero un par de días antes coincidí con Alejandro Palomas en la Feria del Libro de Madrid y le llevé mi ejemplar para firmar por si me pasaba lo de siempre y no podía acudir a la tertulia.
Al llegar a casa, tras el cansancio de la feria me apetecía leer un poco y me puse a leer dicho libro con la intención de descansar un par de horas. No sé las horas que pasaron, solo que mis hijos estaban preguntando por la cena y yo no me había podido separar del libro en toda la tarde. La última parte me fui a leerla a mi habitación para que los niños no me viesen llorar. No pude parar hasta que lo terminé.
Por supuesto, no fallé a la tertulia para saciar toda la curiosidad que Guille me despertó, acompañada de mi fiel acompañante, la niña de mis ojos, mi hija Abril.
Voy a hablaros de este libro en concreto.
Título original: Un hijo
Autor: Alejandro Palomas
Editorial: LA GALERA
Nº de páginas: 288
Publicación: 2015
Sinopsis
Guille es un niño introvertido con una sonrisa permanente, y es un lector empedernido con mucha imaginación. Solo tiene una amiga. Hasta aquí, todo en orden. Pero tras esta máscara de tranquilidad se esconde un mundo fragilísimo, como un castillo de naipes, con un misterio por resolver. El rompecabezas lo configuran un padre en crisis, una madre ausente, una profesora intrigada y una psicóloga que intenta armar el puzle que está en el fondo. Una novela coral que respira sentimiento, ternura, vacíos, palabras no pronunciadas y un misterio sobrecogedor.
Opinión personal
Podría decir tantas cosas sobre lo que me hizo sentir este libro que no sé por donde empezar. Tal vez, para entender bien el fondo de la historia haga falta conocer la manera en la que fue concebida.
Muchos somos los que seguimos a Alejandro Palomas a través de las redes sociales y a los que nos pone el vello de punta al leer muchas de sus declaraciones. Este libro en concreto nació tras un momento muy duro en la vida de su autor, un momento que nos dejó sobrecogidos al leer sus palabras en facebook, su homenaje a su querido perro y a su madre, que en la presentación del libro confesó que fue el punto de arranque para escribir esta obra. En ese momento nació un hijo, con esa sensibilidad a flor de piel, con esa cercanía a todo lo que el corazón pueda sentir.
Hace unos años transité por una época muy difícil en la que caminaba con la muerte al lado, cansado de mucho, ilusionado con nada. Un fin de semana mi madre vino a verme al campo. Comimos, charlamos, paseamos mucho ella, Rulfo y yo. En uno de esos paseos, le confesé a mi madre que si no terminaba con todo, con mi vida, era por ella. -No podría hacerte sufrir así -le dije.Seguimos caminando en silencio por el bosque.-Por mí no lo hagas –dijo-. Aquí ya no me queda mucho que hacer. Sólo sigo por ti. Así que si decides irte, adelante. No tardaré ni 24 horas en seguirte.La miré. Vi en sus ojos que hablaba en serio y me tocó tragar saliva que supo a sal. Luego añadió:-Pero antes de hacerlo piensa en Rulfo.No dije nada. Rulfo iba delante, a lo suyo, aparentemente ajeno a todo.-Él no sabrá seguirte -dijo mi madre-. Y aquí nadie le mirará igual que tú, ni le acariciará igual, ni le hablará con tu voz. Y él seguirá buscando tu olor por la noche cuando suba a tu cama. Y nadie sabrá convencerle de que ya no volverás.Sonreí. En su bondadoso intento, mi madre había olvidado que, en sus 6 años de vida, Rulfo jamás había dormido en mi cama. Es más, ni siquiera dormía en mi cuarto. Siempre en el suelo del salón, de cara a la ventana.Llegó la noche y la llevé en coche a la estación. Cuando volví a casa, Rulfo estaba tendido en la cocina. No quiso comer. No le di importancia. La conversación con mi madre me había dejado seco y frágil y me acosté temprano. Quise leer, pero no pude. De pronto, sentí el peso de una mirada a mi lado.Rulfo estaba sentado en la alfombra. Me miraba fijamente, con esos ojos negros y esas pestañas blancas que desde que era un cachorro a mí me roban las ganas de nada más. Inmóvil. Nadie mira como Rulfo cuando mira.Alargué la mano para acariciarle y él apartó la cara.Cuando volví a intentarlo, retrocedió. Luego rodeó muy despacio la habitación, saltó sobre el lado de la cama que yo no ocupaba y se tumbó a mi lado, apoyando la cabeza en la almohada.Desde entonces, no ha vuelto a dormir en el suelo ni un solo día. A veces, cuando corre en sueños, noto su pata sobre el costado.Otras, su hocico en el cuello.Y desde entonces, desde esa noche, sé que no hay elección: mientras él espere que me quede, yo no puedo irme. Y sé también que esa noche él dio un paso de gigante para reclamarme la vida. Y entendí que no se puede dejar esperando a un amigo que te ha salvado así.Y que no se traiciona lo que une.No pude hacerlo entonces y eso me salvó. Por eso tanto y por eso todo.Por eso Rulfo.
Tras esos momentos, cuando Alejandro Palomas eligió la vida, (por favor Alejandro, no dejes nunca de elegirla), se dirigió a un colegio a solicitar un pupitre que se llevó a su casa y permaneció sentado en él, trabajando en su libro, durante cuatro meses. Volviendo al Alejandro escolar, al niño que lleva dentro. A ese niño que nos confesó que era un niño superdotado y que eso le causó tantos problemas en su infancia. Invocó a ese niño, habló con él y lo convirtió en Guille, el protagonista de su nueva obra, el niño que vendría a robarnos a todos el corazón, el pequeño Alejandro/Guille.
Aún así, la lectura es ágil, fresca, con un planteamiento de una serie de problemas vistos desde la sencillez de un niño, es Guille el que habla en muchos momentos, otras veces serán los demás personajes, entre ellos la psicóloga escolar, que te ayudará a acercarte aún más a él, pero sin hacer sangre, sin recrearse en la pena, es el mundo a través de la situación de un niño. El autor va a llevarnos sutilmente por la vida de Guille, por su mundo, y allí nos va a estrujar el corazón sin que nos podamos resistir.
Todo con sencillez, con la complejidad que la aparente sencillez conlleva. Tal vez sea esa falsa sencillez la que haya hecho creer que la novela es juvenil, pero créanme señores, es una novela para todas las edades. A mí, como madre, que ha tocado el corazón y me ha rasgado las entrañas, tal vez desde mi perspectiva de adulta me haya hecho entender mejor los matices del personaje, los capítulos en los que hablan los adultos queriendo llegar al niño, al igual que en los que habla el niño, dando pistas a los adultos.
Cuando terminé de leer Un hijo, me quedé con Guille en el corazón, esa noche dormí mal, no dejaba de sentirlo en mis sueños, al día siguiente lo llevaba conmigo de la mano a donde quiera que fuese, Guille me caló tan hondo que permaneció junto a mí varios días. Eso es saber darle vida a un personaje, eso es ser un auténtico genio modelando a Guille, sabiendo hacerlo llegar directamente al corazón de los lectores. Alejandro Palomas es especialista en crear estos personajes, Alejandro Palomas es un genio. ¿Os podéis imaginar la combinación de sensibilidad e inteligencia del autor?.
Recuerdo cuando estudiaba literatura para selectividad, que me empapé de Shakespeare hasta la médula y que entre la lista a memorizar de sus virtudes una de las más importantes era la de que destacaba por ser un gran conocedor del alma humana, también que sabía manejar los sentimientos del receptor a su antojo; y cuántas veces me he acordado de esa lista al leer a Palomas. Si tengo que destacar un autor contemporáneo por esa virtud, desde luego Alejando Palomas se lleva el premio.
Después de devorar Un hijo, llorar y moquear sin poder remediarlo, y pasar varios días con el corazón en un puño, llegó el momento de la presentación de su libro que por supuesto no me perdí.
Allí nos confesó todo esto que os cuento y, cuando por fin llegó mi turno para la firma (ya tenía firmado Una madre y Un hijo, así que me compré otro más, El alma del mundo, no lo pude evitar) le quise preguntar si él había llorado tanto escribiéndolo, él confesó que sí, que había llorado mucho, tal vez con esa confesión quedó saciada mi sed de venganza, por lo que vuelvo a estar en paz con él ;)
Es increíble, me quedé perpleja cuando nos contó que Un hijo había sido rechazado por algunas editoriales, incluso algún pretexto había sido que Mary Poppins ya no interesa, que ya nadie la conoce, ¿perdona? ¡qué poca visión tienen algunos!. Justamente hacía unos meses que me acababa de comprar una edición bonita de Mary Poppins y a finales del 2013, Disney estrenó su película Al encuentro de Mr. Bank donde trata sobre ella.
Y es que Guille, quiere ser Mary Poppins, algo que descoloca a todos, pero no tengo la intención de desvelar nada al respecto. Sólo de que a muchos nos gustaría gritar SUPERCALIFRAGILISTICOESPIALIDOSO a pleno pulmón junto a él, una, veinte, cien veces, y las que hiciesen falta.
Estoy segura de que más de uno en alguna editorial se estará tirando ahora mismo de los pelos, no dejo de encontrar reseñas positivas sobre el libro en blog, prensa, etc.
Desde luego, si confiáis en mí, no dejéis de leer Un hijo de Alejandro Palomas, de conocer a Guille y todos los demás personajes que nos contarán la historia a través de su perspectiva.
Aprovecho para recomendar también su anterior obra, Una Madre, que me encantó y todavía tengo pendiente de leer El alma del mundo, que me lo llevaré a la playa este año.
Por aquí va un chivatazo. Alejandro nos dice que recordemos el comienzo de Una Madre, ese homenaje a Virgina Woolf, porque esa entrada dará mucho que hablar.
Y tampoco puedo terminar esta entrada sin hablar de su obra El tiempo que nos une, la que el autor define como LA OBRA DE ALEJANDRO PALOMAS, incluso en la presentación nos decía que si no queremos leer nada de él que no lo hagamos, pero que por favor leamos ese, El tiempo que nos une, y por suerte podremos encontrarla reeditada el año que viene. Conociendo ya al autor me relajaré y lo cogeré en mis manos en un momento de fortaleza porque leyendo la sinopsis sé a ciencia cierta que me romperá el corazón. Pero he prometido leerlo y una promesa es un promesa, ahí estaré en la próxima tertulia, ahí estaré leyendo todo lo que tú escribas porque como ya te he dicho, querido Alejandro, has ganado a una fiel seguidora porque no todos los días conoce una a un genio.
Y ya está.*